viernes, 1 de abril de 2011

Érase una vez... IV

Érase una vez...
...muy pequeña. Érase una vecita. Era una vez muy feliz, porque le gustaba ser vez. De vez en cuando, las veces grandes se metían con ella, pero cada vez que lo hacían, ella alzaba la cabeza y se ponía sería para responder: "yo hago que los pequeños cuentos tengan un gran principio", y después se daba la vuelta y se iba.
Resulta que una vez, esta vez conoció a un final feliz. Se llamaba "y vivieron felices y comieron perdices". Al parecer, el destino había hecho que nuestra vez y este final ya hubieran trabajado juntos en otras ocasiones, pero nunca se habían llegado a conocer, pues la vez era muy pequeña y estaba muy alejada del final. Pero, por casualidad, se encontraron en esta historia. Y esta vez, nuestra vez no quiso dejar escapar la oportunidad de hablar con este curioso y bonito final.
-Hola, final -dijo-. Soy Vez, un pequeño principio. ¿Cómo te llamas?
-¡Hola, Vez! -respondió el final-. Me llamo "y vivieron felices y comieron perdices", pero puedes llamarme Perdiz.
-Muy bien, Perdiz. Hemos trabajado juntos, ¿verdad?
-Sí, creo haberte visto en algún cuento, pero tú salías siempre al principio y yo, en cambio, al final.
-Ya... Además, soy una vez muy pequeña. Un principio con solo tres palabras. Pero estoy orgullosa de mi trabajo.
-Tienes una labor muy importante en los cuentos -dijo Perdiz-. Tú das comienzo a las historias. Eres la primera, algo así como... la número 1.
-Jajaja, tonterías. Solo soy una pequeña vez. No soy una número 1. Tú en cambio, eres un final feliz, eres una alegría eterna, eres la gota que colma el vaso. Tú sí que molas.
-No, tú molas más -respondió Perdiz.
-Los dos molamos -dijo entonces Vez-. ¿De acuerdo?
-Está bien, está bien. Creo que tú y yo hacemos buena pareja. Hay buen feeling entre nosotros, ¿no lo crees?
-Bueno -respondió vez-. Tú me pareces muy majo. Y bastante guapo. -Se sonrojó.
Perdiz rió.
-¿Te apetece salir a dar una vuelta o a tomar algo? -dijo.
-¡Me parece estupendo! -exclamó Vez.
Fueron a tomar algo. Tuvieron más citas. Se enamoraron. Se casaron. Y vivieron felices y comieron perdices.

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