Érase una vez un chico enamorado de una chica de su clase.
Desde el primer día que la vio, sintió como si un millar de mariposas alzaban el vuelo en su estómago ¿Qué era eso que le ocurría cada vez que la veía? Él no lo sabía, pero sí: era amor.
Pasaban los días y él en clase no atendía a las explicaciones de los profesores, pues no podía quitar los ojos de la chica que ya empezaba a robarle el corazón.
Un día, en un acopio de valor, decidió hablar con ella.
-Ehh... Perdona, ¿cómo te llamas?- le preguntó.
-Broke -respondió ella con un gesto interrogativo-. ¿Por qué?
Entonces, el chico le respondió:
-Porque te he escrito un poema, y quiero regalártelo dedicado.
Cogió un boli y, en un papel que tenía escondido, escribió: "Para Broke, con mucho cariño" y, después, su firma.
-Toma. Es para ti, Broke -dijo con una agradable sonrisa.
Broke tomó el papel entre sus delicadas manos y leyó:
Esta mañana he decidido escribirte esta poesía,
y aunque no sepas quién soy,
pienso en ti todo el día.
Ella alzó la mirada del papel para preguntarle a aquel chaval por qué le había escrito ese poema. Pero él ya se había marchado. Extrañada, guardó el poema en su bolso y se fue a casa.
Al día siguiente, se dijo, averiguaría quién era ese muchacho y por qué le había entregado el poema.
Pero resultó que al día siguiente, el chico no apareció por clase.
Durante toda la semana siguiente, Broke buscó al chico de la poesía, pero seguía sin aparecer.
Qué cosa más rara, se decía.
Joee, se decía.
Así que decidió contárselo a una amiga suya.
Su amiga se llamaba Vanessa. Era una muchacha algo rara, pues en su habitación tenía una jaula con 3 periquitos y un loro, un acuario con tiburones en miniatura y una serpiente y un camaleón. Sin embargo, era la mejor amiga de Broke desde que tenían 6 años.
Al salir de clase, Broke acompañó a Vanessa a comprarse un gato. Por el camino a la tienda de animales, le contó lo del chico que le había regalado la poesía.
-Sí que es raro -dijo Vanessa-. ¿Y no ha venido a clase en toda la semana?
-No. No sé qué habrá podido pasarle -respondió Broke.
-¿Y estás segura de que ese tío existe y de verdad te ha dado ese poema? ¿No puede ser que lo hayas soñado?
Broke miró incrédula a su amiga.
-Claro que estoy segura, tonta. Espera -dijo mientras hurgaba en su bolso-. Voy a enseñarte el poema.
-No puede ser -dijo Broke.
-¿Qué pasa? -preguntó Vanessa.
-¡No encuentro el poema!
Empezó a sacar cosas del bolso como una loca mientras buscaba en el interior. Una cámara de fotos, un libro de bolsillo, unas gafas de sol, unas compresas, una cajeta de cigarrillos, un boli, una calculadora, unos clinex... Sacó muchas cosas, pero el poema no estaba entre ellas.
-¡No puede ser! -volvió a gritar Broke, histérica-. ¡Tiene que estar aquí!
-¿Estás segura de que lo metiste en el bolso? -preguntó Vanessa.
-Sí...
-¿No te lo habrás dejado en casa?
-No, no lo saqué del bolso por si lo veía mi madre. No quería que lo viera, por eso no lo saqué del bolso.
¿Dónde estaría el poema?
¿Qué había sido de aquel misterioso chico?
Broke y Vanessa no lo sabían.
Llegaron a la tienda de animales y...
¡SORPRESA!
¿Adivinas quién estaba allí?
(El xico)
(¡No!)
¡El profesor de biología!
-Hola, chicas. ¿Qué hacéis por aquí?
-Hola, profesor Chifladez. Vengo a comprar un gato -dijo Vanessa.
-Eso me parece estupendo -dijo Chifladez-. Por cierto -dijo dirigiéndose a Broke-, ¿es posible que se te cayera un papel del bolso la semana pasada?
Broke no podía creérselo.
-Sí... Es posible -le daba mucha vergüenza que el profe supiera que había recibido un poema de un chico.
El profesor sacó un papel del bolsillo de su chaqueta y se lo dio.
-¿Puede ser este?
Broke cogió el papel y se sonrojó.
-Sí, sí, es este. Muchas gracias, profesor Chifladez.
-De nada. Y ten mas cuidado. No vayas perdiendo notitas de amor por todo el instituto o la gente empezará a sospechar cosas que supongo que no quieres que se sepan.
-Sí... Tendré más cuidado -dijo súpersonrojada.
-Bueno, yo me voy, chicas, que tengo muchos exámenes que corregir. ¡Hasta luego!
El profe se fue.
Vanessa se compró un gato naranja al que llamó Garfield.
Pero Broke solo pensaba en el chico que le había regalado la poesía. ¡Ni siquiera recordaba su cara! ¿Estaría bueno?
Al día siguiente, el chico apareció.
Durante las clases, tanto él como Broke compartían miraditas que cualquiera podría pensar que eran sospechosas. A la hora del recreo, Broke se acercó a él.
-Hola... -le dijo-. Gracias por la poesía. Era muy bonita. -Se detuvo un instante-. Me preguntaste cómo me llamaba. ¿Cómo te llamas tú?
-Aitor -respondió con una sonrisa.
-Oh, ¡qué nombre tan bonito! -dijo Broke.
-Gracias -dijo él-. A mí también me parece bonito el tuyo.
Broke sonrió.
Aitor sonrió.
Se miraron a los ojos.
Es guapo, muy guapo, pensaba ella.
Broke abrió la boca para decir algo y Aitor lo hizo al mismo tiempo. Se rieron.
-Tú primero -dijo ella.
-No, tú -respondió Aitor con una sonrisa-. Las damas primero.
-Vale... -dijo ella sonrojándose-. Solo quería decirte... si te parece bien quedar esta tarde... a tomar una Coca-Cola o algo.
Aitor sonrió.
-Qué casualidad, yo iba a decirte lo mismo.
-Entonces... ¿Te parece bien?
-Claro. ¿A las cinco y media en el centro comercial de aquí al lado?
Ella estaba que no se lo creía.
-Sí, me parece perfecto -dijo.
Y quedaron.
Y fue el comienzo de una bonita amistad. O quizá algo más.
FIN